La historia de la Respetable Logia Simbólica Amenti Diez Nº31 se entrelaza con los vaivenes del pensamiento iniciático en Chile durante la segunda mitad del siglo XX, siendo testimonio de una perseverancia discreta y de una lealtad profunda a los principios masónicos.
Fundación: una siembra simbólica en tiempos de transformación
La noche del jueves 4 de agosto de 1960, en Santiago de Chile, se encendieron por primera vez los fuegos de la Logia Amenti, al amparo del Rito Antiguo y Primitivo de Menfis-Misraim, recibiendo el número 10 de aquella obediencia. El acto inaugural tuvo lugar en el segundo piso de una antigua casa masónica, donde también se inició el primer aprendiz: el Querido Hermano Carlos Gómez Nordenflycht.
El nombre Amenti, profundamente simbólico, proviene de la tradición egipcia: es la “Duat”, el reino de los muertos, donde el alma es juzgada por Osiris y su balanza de la verdad. Esta referencia no es casual: al igual que en la Duat, el masón transita pruebas, atraviesa umbrales y es llamado a juzgarse a sí mismo, buscando con su vida merecer la eternidad simbólica.
La fusión de Oriente y el nacimiento de la Gran Logia Mixta de Chile.
Pocos meses después de su fundación, Amenti participó en un acontecimiento histórico: la formación del Gran Oriente Masónico Chileno (27 de diciembre de 1960), junto a otras logias y órdenes como la Gran Logia Sol de Oriente, la Lautarina de Chile y otras del Rito Menfis-Misraim. Fue un paso hacia la consolidación institucional del pensamiento masónico liberal y pluralista en el país.
Períodos de tránsito y la dignidad de la constancia
En 1974, Amenti se retira temporalmente del Oriente, manteniéndose durante un año como logia salvaje, sin obediencia formal. Pero en 1975, se reincorpora a los trabajos dentro de la Gran Logia Metropolitana, obediencia vinculada al Benemérito Rito Nacional Mexicano, donde la Logia Araucaria Nº3, la primera logia femenina de Chile, marcaba también un giro histórico.
Este vínculo temprano con la mixticidad fue decisivo: hombres de Amenti alentaron el ingreso de sus esposas a la Logia Araucaria. Algunas de ellas integrarían luego el Consejo Fundacional de la Gran Logia Femenina de Chile. Así, Amenti comenzó a construir silenciosamente su destino pluralista.
Ingreso a la Gran Logia Mixta de Chile.
El año 1982 marca un punto de inflexión: Amenti solicita incorporarse a la Gran Logia Mixta de Chile, obediencia mixta y liberal. La petición fue aceptada por el Consejo y ratificada por la Gran Asamblea el 26 de junio, con el Decreto Nº 456 del 29 del mismo mes. Se le asigna el número 31, pasando a llamarse oficialmente Amenti Diez Nº31, en recuerdo de su origen.
Este gesto de continuidad histórica —conservar el “Diez” en su nombre— expresa la fidelidad a su linaje iniciático y al mismo tiempo, una apertura a los nuevos tiempos de mixticidad y laicismo activo.
Participación activa en la construcción de la Orden
Desde entonces, Amenti ha tenido un rol activo en el desarrollo de la Gran Logia Mixta de Chile. Ha contribuido material y simbólicamente a la edificación del Gran Templo, organizado campañas solidarias, y ofrecido a sus Hermanos a las tareas de dirección, finanzas y comunicación interna. En efecto, la revista oficial de la Orden fue reactivada gracias a una propuesta de un hermano de Amenti, y editada por más de seis años bajo su responsabilidad.
Durante la XXXV Asamblea de CLIPSAS, realizada en Chile en 1996, la Logia tuvo un rol destacado: organizó la ornamentación simbólica y la transformación logística del templo para el ágape fraternal, con elogios por parte de las delegaciones extranjeras.
Una tradición viva, transmitida de boca a oído
Con el paso de las décadas, Amenti ha vivido momentos de luz y de sombra. Pero lo que ha permanecido inalterable es lo que sus miembros llaman “el espíritu amentino”: una manera silenciosa y persistente de hacer masonería, una fidelidad al trabajo interno y a la fraternidad sin alardes.
Hoy, a más de 65 años de su fundación, Amenti Diez
Nº31 sigue siendo una logia activa, vibrante, heredera de una rica
historia que ha sabido transformarse sin perder su esencia. Sus miembros
actuales son los eslabones vivos de una cadena iniciática que los conecta con los fundadores y los proyecta hacia el futuro.